sábado, mayo 06, 2006

Las Artes Marciales en el cine



Todavía encontramos películas que utilizan y abusan de los modelos de lucha oriental para tratar de aportar acción a un guión nefasto, caso de la película El Monje (Bulletproof Monk, 2003, Paul Hunter). Pero con mayor asiduidad, estamos asistiendo a una renovación artística y estilística de las artes marciales.



Estos productos de calidad provienen, como no, de los países orientales, concretamente de China. También, empieza a destacar de forma poderosa la presencia de la mujer luchadora de artes marciales, que iguala o incluso supera a sus compañeros masculinos. Es el caso de Tigre y Dragón (Wo Hu Lang Long, 2000, Ang Lee), basada en una leyenda popular china, cuyo ritmo y música trepidante, junto con la poesía de sus imágenes, nos traslada a un mundo completamente mágico. Y es en esta gran película, ganadora de 4 Oscars, donde las mujeres cobran el protagonismo absoluto, creando la esencia de la película.



Otra obra poética es Hero (Ying Xiong, 2002, Zhang Yimou), perfectamente dirigida por este autor de sentimientos, que los plasma admirablemente en esta lírica leyenda medieval. En ella nos ofrece la misma historia desde diversos puntos de vista, utilizando los paisajes, colores y texturas, para transmitir al espectador la complejidad de los sentimientos de los protagonistas, según nos el momento y el lugar.


Nos encontramos también con películas originales como Zatoichi (2003, Takeshi Kitano), que recupera un personaje emblemático de la cultura samurai cinematográfica, y le dota de una modernidad sorprendente. La historia de este samurai ciego, que no necesita de la vista para utilizar magistralmente la espada, consiguió el León de Plata en el Festival de Venecia 2003 y el premio a la mejor dirección. Resulta una película muy divertida, que combina las peleas típicas de samurais, las venganzas, el humor surrealista y hasta algunos números de baile. Es todo un descubrimiento. En Gohatto (2002, Nagisa Oshima), se nos desvela una faceta poco trabajada en las películas de samurais, el amor y sus relaciones con el ser amado, y más en este caso, al tratarse de una relación homosexual. Una gran e intensa película.
Aunque es desde Estados Unidos de donde nos ha llegado el homenaje más reciente a las películas de artes marciales. Estamos hablando de la saga Kill Bill volumen 1 (2003, Quentin Tarantino) y Kill Bill volumen 2 (2004, Quentin Tarantino), con el personaje de la Novia (Uma Thurman) emergiendo como la heroína definitiva en el arte oriental de la lucha. En ambas películas, apreciamos la veneración que siente este polifacético director por los géneros d el western y las artes marciales. Y rinde un sincero homenaje a las películas de Bruce Lee que marcaron su juventud rebelde.



Esperamos que este nuevo giro de calidad se mantenga por largo tiempo y podamos disfrutar de estas aventuras casi imposibles, pero enteramente humanas. Las pasiones que mueven a sus protagonistas, aunque algunas veces se lleven al extremo, son las mismas que las nuestras, y al final, en algún momento todos hemos deseado poder realizar algunas de sus proezas. Así pues, seguiremos disfrutando de ellas en la gran pantalla.

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